NO TODOS LOS GRANOS ESTAN LISTOS PARA ALIMENTAR

El grano recién cosechado puede causar más problemas que beneficios, si no está seco y limpio.

Incluir grano fresco en la dieta puede parecer una buena opción, pero no siempre está listo para ofrecerlo al ganado. Si no se encuentra en condiciones óptimas, en lugar de aportar energía puede provocar problemas digestivos, baja en la producción e incluso pérdidas económicas.

Por eso, antes de usarlo es fundamental evaluar su estado, su calidad y su valor nutritivo real.

¿Qué revisar antes de incluirlo?

Secado completo
El grano debe estar totalmente seco. La humedad excesiva favorece la aparición de hongos y moho. Estos organismos generan micotoxinas que dañan la salud del ganado y reducen la vida útil del grano.

Ausencia de hongos y moho
Un grano contaminado disminuye el consumo. Además, puede causar problemas graves como diarreas, intoxicaciones o caídas en el desempeño productivo.

Digestibilidad y energía
No todo el grano fresco se aprovecha igual. Si no se procesa o analiza, su digestibilidad será baja. También puede aportar una energía neta insuficiente para cubrir los requerimientos del animal.

El grano como aliado en la nutrición

El grano puede ser un excelente aliado para la productividad, pero solo si se utiliza en condiciones óptimas. Una revisión y un análisis previos marcan la diferencia entre una herramienta nutricional efectiva y un riesgo para el hato.